¿POR QUÉ FICCIÓN CONSCIENTE?

Los rótulos ayudan a mucha gente a entender mejor lo que es uno. Para evitar vacilamientos y explicaciones a la hora de auto encasillarme, contrario a mis gustos, decidí que debía encontrar un nombre que definiera lo que escribo. 

Desde joven he escrito cosas muy variadas y así he seguido hasta el sol de hoy, de modo que nunca he podido decir: "este género es el que me representa". Quizás la única definición que se acercaba a lo que soy es la de "escritor camaleónico", pero me parecía que no ahondaba lo suficiente, que simplemente le daba colores a mi oficio sin ofrecer alguna idea sobre el propósito o los contenidos.

 Así que, antes de encontrar mi propio rótulo, debí responder a la pregunta: ¿Por qué escribo?

Foto: Toa Heftiba

Foto: Toa Heftiba

Como muchos escritores, yo también escribo porque para mí es tan vital como respirar, porque me gusta, porque es lo que se me da, porque no sé de mecánica ni de química, porque tengo que decir cosas, porque observo el mundo y trato de plasmarlo en palabras, porque me pagan por escribir, pero también porque soy un voyerista, un husmeador de la condición humana, porque a menudo hablo a borbotones y sin tapujos y la escritura me permite escoger mejor las palabras y, sobre todo, porque me encantan las historias y yo mismo quiero deleitarme con ellas.  

 Así que la conclusión es esta: escribo porque me gusta y porque me gustan las historias. 

 Entonces, ¿por qué Ficción Consciente?

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Ante todo, tiene que ver con lo primero: la ficción. Con ella busco que el receptor tenga una vivencia, que se sumerja en un mundo diferente o quizá similar al suyo. Mi objetivo es, pues, entretenerme y entretener al lector con historias; sin embargo, soy consciente de que no busco solamente entretener, "not that there's anything wrong with that" para parafrasear a Seinfeld. 

Me he dado cuenta de que también busco dejar una especie de moraleja en cada historia y personaje.

Ahora bien, muchas obras cumplen con ese objetivo aún si el autor no ha sido consciente de ello. Esto sucede por el simple hecho de que toda acción humana deja potencialmente una enseñanza, no obstante, cuando escribo y me topo frente a esa posibilidad, he optado por ofrecerla, sugerirla o simplemente plantearla para que el lector saque sus propias conclusiones.

Al darme cuenta de que la ficción que estoy narrando abre la posibilidad de una enseñanza, esta me obliga a una reflexión, de ahí que cualquier dirección que yo le dé a la historia o que la historia me imponga pasa por una decisión consciente. A su vez, al saber o descubrir las intenciones, el alma de los personajes, me creo con la potestad de saber por qué actúan de un modo y qué enseñanza estarían ofreciendo o aprendiendo junto conmigo. 

En ese ejercicio he recurrido a la Programación Neurolingüística, a los libros de superación personal y sanación emocional, a la Psicología, a la Filosofía, a la Historia, a la religión, a la ciencia y a lo esotérico para mirar desde diversos ángulos la realidad de los personajes. Y aquí es donde trato de tomar con pinzas cada palabra y acción, pues lo que menos quiero es dictar manifiestos moralistas o parámetros de buen comportamiento. Al fin y al cabo, cada uno es su propio espejo. Yo solo entrego el mensaje.

Este análisis sobre mi trabajo me sirvió para hallar un rótulo que definiera lo que escribo, sobre todo porque, como decía anteriormente, escribo distintos tipos de historias y nunca pude encontrar el género que, supuestamente, me representaba o que debería calzar a mi medida. 

Lo digo porque cualquiera que lea mis obras podría pensar que pertenecen a autores distintos. Quizás es bueno, pero quizás es pésimo si busco que me reconozcan. Por ejemplo, LOS HIJOS DE GODESH es un voluminoso libro de aventuras donde confluyen barcos, piratas, mitología, amor, lugares remotos, ambiciones políticas y hazañas personales; luego están los dos volúmenes que comprenden la historia de CLARA, que son novelas de intriga de perfil detectivesco y salpicadas de humor; también está el libro de relatos extraordinarios y futurísticos comprendidos bajo el título THE BRIDGE, el cual contiene aspectos de Física y Astronomía, Antropología, Teoría de la Evolución, alienígenas y revelaciones espirituales, mientras que un libro más reciente, LOS SECRETOS DE LA MUERTE, aborda temas existenciales, religiosos, sociales y políticos a través del diálogo que un mortal sostiene con la muerte mientras busca aplazar su partida de este mundo.

¿Y qué es lo que tienen en común estas historias? Las moralejas. Las enseñanzas. La reflexión.

Me di cuenta de que mis libros buscan que el lector descubra su propio sendero a través de las historias que otros viven, y entendí que yo era el primero en descubrir esas enseñanzas. Como autor es todavía más reconfortante cuando el lector saca conclusiones que sobrepasan el mensaje mismo. De nuevo, la ficción actúa como espejo. 

De ahí decidí crear mi propio género y llamarlo Ficción Consciente. Siento que me calza. Con ese me quedo, por ahora.